Distancia,

La distancia es una mierda, sobretodo en la adolescencia..

sábado, 6 de diciembre de 2014

¿Hay alguien ahí?

Hola a todos y todas.

Hace ya mucho tiempo (mucho mucho MUCHO) que nadie escribía en este bloc, y hoy me he decidido a daros una pequeña explicación, si no os importa.

Anhia y yo tenemos muy poco tiempo para dedicar a este bloc y últimamente, al menos mi vida, ha dado un cambio radical.

No queda mucha inspiración dentro de mi que pueda exprimir para seguir escribiendo esta historia de la manera en la que lo hacía antes porque ha cambiado mi manera de ver las cosas.

Ante todos ustedes: mi salida del armario.

Estoy saliendo con una chica, se llama Anna, y no veo ningún rasgo de inspiración con ella en este historia, quizás Anhia y yo nos replanteemos retomar esto de otro modo, que haya pasado el tiempo o algo así, quizás.

Ya veremos.

Solo era eso. Espero que no os hayáis enfadados, y si lo estáis, es normal.

Un besito a todos

domingo, 4 de noviembre de 2012

Dos años después.

-Hola, Aetiss.
-Hola, Ania.
Las dos amigas se volvierón a abrazar después de lo que pasó. Después de la pelea por la noche, Ania confesó a su mejor amiga que estaba embarazada. Lo peor llegó después. Ania dejó de comer para que no se le notara y Aetiss no sabía nada.
Aetiss volvió con Ania a Mallorca después de que diera a luz. Pero una vez allí se separaron. Hoy, dos años después de que Ania diera a luz, Aetiss está con ella en el cumple de su sobrina.

jueves, 31 de mayo de 2012

Sorprendidos en la madrugada.

-¡Suéltala, cabrón!- grita Aetiss.
Se acerca al agresor de su amiga y trata de que la suelte. Le propina patadas y puñetazos. Salta sobre su espalda y le muerde una oreja. Él grita, suelta a Erika, agarra a Aetiss y la tira al suelo. La chica da con sus huesos en el suelo mientras su amiga abre la boca para inspirar la mayor cantidad de aire posible. Antes de que el joven pueda volver a atacar a las chicas, un puñetazo salido de la oscuridad le tuerce la nariz. Se gira con rapidez, aún aturdido por el golpe. Otro puñetazo impacta contra su mandíbula. Samu encadena una serie de movimientos, alternando patadas y rodillazos. Llega Miguel y se lanza sobre el compañero del intruso. Ambos ruedan por el suelo en una confusión de piernas, brazos y arena. Miguel consigue ponerse encima de su contrincante y le propina un cabezazo que abre una brecha en ambas frentes. Sin embargo, el que está tumbado es rápido y considerablemente más corpulento que Miguel, y consigue agarrarlo por la garganta. El agredido manotea inútilmente tratando de alcanzar algún punto del otro que esté al descubierto. Poco a poco, deja de moverse, hasta quedar tendido en el suelo prácticamente asfixiado. Pero, ante la sorpresa del matón, sonríe; apenas se gira este, y un golpe sordo hace que pierda la conciencia. Antes de caer redondo al suelo vislumbra una figura femenina, con cara de pocos amigos y con un tronco de tamaño considerable entre las manos. Es Erika. 
- A mi chico no lo toca ni Dios.
Samu corre hacia Aetiss cuando acaba con su víctima. Se agacha a su lado y escruta su rostro con atención, buscando indicios de violencia explícita en él. Sin embargo, Aetiss está perfectamente, a excepción de un corte en el labio. Ella le sonríe y le abraza. Él la ayuda a levantarse. Los cuatro se miran y observan los cuerpos que yacen el suelo. 
- Menudos hijos de puta- masculla Samu.
Miguel se limita a mirarlos mal, y Erika escupe sobre el que casi mata a Miguel.

No sabes lo que siento cuando te hago sonreír.

Aetiss sonrío sin más. A cada beso se ponía más y más roja. Perdía el control sobre su cuerpo cada vez más rápido. Aetiss desliza su mano hasta el trasero del moreno y este abre los ojos, la mira y le da la vuelta. Están solos en su casa. Con poca ropa. Y cada vez iba desapareciendo más rápido. Aetiss lo tiene decidido, esta vez sí, y con el chico perfecto. El chico empieza a jugar con el elástico del culote de Aetiss. Esta abre los ojos cuando nota sus manos llegar y los cierra cuando han llegado. Están llenos de pasión. Aetiss le quita el pantalón a su chico y el amor fluye. La primera vez, juntos, dos adolescentes en un juego de adultos. A Aetiss le duele.
-¡Para!
-¿Paro?
Aetiss no contesta. Le coge de la mano y aprieta fuerte. Chilla. El chico la mira, ella lo hace a su vez y sonríen. 
-¿Te he hecho daño amor?
-Es normal.
-¿Estás bien?
-Mejor que nunca. ¿Y tu?
-Muchísimo más. 
-Mentira.
-Sabes que digo la verdad...
-No, mientes.
Se vuelven a besar y sonríen. Sonríen y se besan. Y lo cierto es que no paran de hacerlo. Están muy felices y no saben como demostrarlo.
-¿Que hora es princesa?
-Son las 2:45 de la madrugada...
-¿Quieres ir a la playa?
-¿Ahora?
-Si, ¿porque no?
-¿Estas loco?
-Loco por ti.
-Vamos, va.
-Ponte la camiseta.
-¿Y el bañador?
-En bragas y sujetador, amor, es lo mismo.
Los dos se "visten" y salen de casa. Cogen la moto de Samu y van a la playa. Allí casualmente había una fiesta donde estaban bastantes amigos de Samu. 
-¡Hey!
-Hola tíos, ¿como va la fiesta?
-¡Bien! ¡Faltabais vosotros, toma una cerveza!
-¡Gracias! ¿Aetiss quieres?
-No, gracias amor. Voy a ver a Erika.
-Vale mi vida, ten cuidado.
-Eso digo yo...
-Tranquila, te quiero.
Y tras un largo beso Aetiss va hasta la orilla donde estaba la mejor amiga de Samu, mientras él se bebía una cerveza, solo una. Pero sus amigos se emborracharon en nada. 
-Hola pequeña.
-Hola, ¿como estás? 
-Bien, ¿vienes al agua?
-Claro, hace calor.
-Si, y quiero alejarme un poco para contarte algo.
Se van alejando y jugando con el agua, a 10 metros de la orilla. Mojadas y sin calor por fin.
-Claro peque, dime.
-Estoy saliendo con...
-Con...
-Con Miguel.
-Con el mejor amigo de Samu, ¿verdad?
-Sí.
-Que bonito mi niña...
De repente alguien se acerca por detrás de Erika y le tapa la boca, Aetiss empieza a chillar, Samu se da cuenta y avisa a su mejor amigo Miguel. 




lunes, 28 de mayo de 2012

Dulce nata.

Aetiss está feliz. Quizás más que nunca. Llega a plantearse la absoluta felicidad. Incluso más que cuando fue a Mallorca. Pero ya no duele. Ya no importa. El pasado está atrás. Ella está hacia delante, con una persona maravillosa a su lado. Aunque aun no estén saliendo, como si lo hicieran. Samu y Aetiss. Aetiss y Samu. Está muy ilusionada, tal vez demasiado. Mira a Samu, y sonríe. Este lo hace a su vez. Están abrazados. Son las nueve y media de la noche.Se separan y Aetiss envía un sms a Anastasia. " Pequeña, no me quedaré a dormir en casa. Mañana te cuento. Te quiero." Se vuelven a abrazar. Samu la mira. Siente que está abrazado a la chica perfecta. Le quiere tanto. Y intenta demostrárselo como sea. 
-Pequeña, ¿vamos a mi casa?
-Perfecto, pero no tengo pijama. 
-Yo te dejo una camiseta mía.
-Gracias amor.
Los dos van a casa de Samu. Está a 10 minutos de ese parque. Viven cerca y les encanta. Se acercan a su portal y tocan al timbre. Les abre una mujer. La madre de Samu. Es una mujer encantadora. 
-Hola pareja. 
-Hola mamá.
-Hola guapa.
-¿Como estáis?
-Muy bien- contestaron los dos a la vez.
-Venga va, cambiaros y os hago la cena, que me voy.
-¿A donde vas mama? 
-Voy a cenar a casa de unos amigos con tu hermano y con tu padre.
-A guay.
-Si- dijo después de una dulce risa.
Aetiss y Samu van a su habitación. Es lo suficiente grande para los dos, aunque con una cama. Y con eso basta. Les sirve. Tienen algo prometido. Se regalarán la juventud. 
-Amor, toma.
-Ah, gracias. - dije cogiendo una camiseta suya. 
-¿Estás feliz?
-Muchísimo. ¿Y tu?
-Más que eso. Te tengo para mi. Toda una noche. Sin nadie en casa. Será mágico.
-No lo dudo amor.
De repente Samu se levanta de la cama y va a la nevera. Su madre se acaba de ir dejando una pizza en el microondas. Coge la nata. Y la pone en el ombligo de Aetiss. Esta le mira mientras va acercando la boca a su ombligo. Aetiss esta locamente enamorada del dulce español que conquistó su vida sin permiso, pero ahora es ella la que no quiere que se vaya de la misma. Esta gime al notar sus labios tocando su cintura. Va subiendo hasta llegar a la boca. Dulce introducción al descontrol.

Tarde mágica.

Aetiss ve que Ania está mejor. La sienta en el sofá y se va. Coge las llaves y baja corriendo las escaleras del tercero sin ascensor en el centro de Barcelona. 
-¿Si?
-Hola princesa. ¿Donde estás?
-En la puerta de mi casa, ¿vienes?
-Claro, en dos minutos estoy ahí.
-Vale cielo, te quiero.
-Y yo a ti pequeña.
Era Samuel, Samu. Un chico de pelo negro, corto y ojos marrón verdosos. Alto y moreno. Deportista y listo. Cariñoso, dulce, celoso. Tal y como le gustan a Aetiss. Le quiere, muchísimo. Llevan varias semanas tonteando, y hace dos semanas se vieron, y se ven cada día.. Quedaron en que, al día siguiente quedarían. Ahí está. Tan guapo como siempre. 
-¿A donde quieres ir?
-Contigo soy capaz de ir hasta el final del mundo.-dijo ella.
-Pues cojámonos de la mano y escapemos juntos a un mundo donde solo tu y yo podamos existir y ser felices tal y como queremos y desamos con todas nuestras fuerzas.
-No puedo estar mas de acuerdo,contigo para sobrevivir,me basta,me alimentare de tus labios y viviré a base de tus besos...
Al oír eso, Samu cogió de la mano a Aetiss, que esta cada segundo que pasaba se ponía más colorada. Se alejan del portal de Aetiss caminando sin rumbo. Se aproximan a un parque que hay a 20 minutos del portal. Aetiss se sienta en el regazo de Samu. Que este se sienta en un banco al lado de una fuente. 
-Amor, prométeme una cosa.
-Vale.
-Bueno mejor dos.
-Vale, dime.
-Pf, creo que tres.
-Venga, va amor, dime. 
-La primera es que siempre me vas a querer. La segunda es que nunca me dejarás solo. 
-¿Y la tercera?
-La tercera ya se ha cumplido.
-¿Cual era?
-Que no te separarías de mi cuando estuviéramos juntos. 
-Te amo tanto.
-Y yo a ti, princesa. 
-¿Sabes que?
-¿Que? 
-Cuando te miro, siento que te conozco desde siempre, y eso nunca cambiará. 
-Haces que me sienta en una nube, pequeña.
-Me gusta que me llames pequeña.
-A mi me gustas tú.
Un largo beso hace que finalice la frase de golpe. Sus labios se rozan mientras una chispa de fuego se enciende en los dos corazones, que ellos mismos están haciendo que se unan y formen solo uno. Se van separando poco a poco, pero aceleran cuando el móvil de Samu suena.
-Hola, mamá. 
-Hola cariño, ¿como estás?
-Bien, aquí con Aetiss.
-¿Queréis que se venga a dormir hoy?
-Por mi si.
Samu se gira y observa a Aetiss. Le pregunta y ella afirma contenta. De repente, Aetiss mira el brazo de Samu. Tiene la pulsera que ella le envió, con el nombre de ella.  





domingo, 27 de mayo de 2012

Indicios.



Apenas un par de semanas más y el curso empezará para Ania. Aetiss y Anastasia llevan tres semanas en Barcelona, y como había prometido la madre de la pelirroja, las dos amigas viven en un piso, solas. La vivienda está situada cerca de la casa de Samu, un chico al que Aetiss tiene mucho cariño, quizá demasiado.
Los últimos días de la estación del sol avanzan perezosos, sin novedad, acorde al estado de ánimo de las chicas. Aetiss ya ha empezado primero de Bachillerato, por lo que Ania hace los recados por la mañana y pasa el resto de la tarde con su compañera, y, en ocasiones, también con Samu. Pero a medida que los días se suceden, Anastasia se siente más cansada; le duelen las piernas sin haber hecho apenas ejercicio, y ha perdido el apetito. Sin embargo, es la mayor de las dos, y se esfuerza por que Aetiss no note su debilidad.


Acaba de llegar de clase, risueña y radiante como los rayos de sol que iluminan la cocina, en la que se encuentra Anastasia. Esta se gira, la mira y le sonríe. Está muy guapa hoy; lleva una blusa amarilla de tirantes y unos pantalones cortos. Ania apaga la vitrocerámica y sirve la comida. Aetiss no para de hablar y de contarle sus planes para esta tarde.


-          Yo no te puedo acompañar.


Anastasia mira su plato con un brillo extraño en la mirada, y Aetiss la observa, muda. Hace días que nota que Ania no está como siempre, no sonríe, no habla. Intenta preguntarle algo, pero la expresión de la chica se quiebra con dolor, y se levanta con las manos en la tripa. Se apoya en la taza del váter y vomita lo poco que ha comido. Aetiss corre en pos de la enferma y la mira preocupada desde la puerta del baño. Se acerca a ella y la abraza. Anastasia gime y tiembla levemente, pero se recompone rápidamente.


-          Estoy bien. Ha sido un mareo.

Se lava la cara y la boca y se tumba en la cama, boca arriba. Cierra los ojos para que no se le humedezcan otra vez y respira en la penumbra de la habitación. Las esperanzas la abandonaban con cada mareo, con cada sofoco.